El calor extremo que empezó siendo solo incómodo, se volvió letal con el paso de los días. Este diario reportaba ayer en sus ocho columnas la muerte de 27 personas por las altas temperaturas. Si a eso sumamos la sequía que afecta a más de la mitad del territorio nacional y los apagones de los días recientes, tenemos un panorama peligroso que urge atender.

La semana pasada, el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), decretó estado operativo de alerta en al menos cuatro ocasiones. La inusitada demanda de energía por las altas temperaturas superó la capacidad de generación y vinieron los apagones. Esto generó caos, pérdidas económicas aún no cuantificadas y afectaciones a la salud de personas y animales. Evidenció además lo vulnerables que somos en términos de producción eléctrica.

Varias plantas de la Comisión Federal de Electricidad son viejas y tendrían que haber salido ya de operación, pero no han sido remplazadas. Ante el aumento súbito de la demanda el martes pasado, tuvieron que operar a su máxima capacidad y algunas colapsaron. No es la primera vez que ocurre, pero ahora se trató de una falla que afectó a muchos estados simultáneamente.

La CFE no puede sola, pero no tenemos más opciones. La reforma energética que se sepultó cuando iniciaba este gobierno, sacó de la jugada a otros posibles operadores. No se han dado permisos de generación de energía ni se han autorizado interconexiones para nuevas plantas. Por otro lado, la capacidad renovable con la que sí contamos, no se puede utilizar porque fue construida por privados. Si usamos términos del deporte favorito de la actual administración, diríamos que la CFE ni picha, ni cacha, ni deja batear.

Ante las enormes afectaciones a la productividad por las fallas del sistema eléctrico, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), ha planteado la necesidad de que exista una mayor apertura para las centrales que generan energía. No solo preocupan los daños causados hasta ahora, sino las oportunidades que se están perdiendo en el futuro cercano. Si el principal generador de energía del país no tiene la capacidad para satisfacer la demanda actual, menos la tendrá para atender a las nuevas empresas que podrían llegar gracias al nearshoring.

A pesar de la urgencia, difícilmente veremos cambios en el corto plazo. A esta administración le quedan pocos meses y tiene otras prioridades. Sin embargo, el próximo gobierno tendrá que tomar decisiones importantes para el ámbito energético prácticamente desde su inicio. El rumbo que le dé al sector será crucial y dirá mucho sobre el perfil de ese nuevo liderazgo. Mientras tanto, sofocados entre calor y sequía, suplicamos más eficiencia y menos ideología.

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